Cuando
el abuelo empezó con la construcción de su casa, sobre la orilla norte del rio
Chimehuin (aproximadamente 300-400 mts.) en 1926 lo primero de lo que se ocupo
fue del agua. El tio abuelo Santiago había construido su casa sobre la orilla
sur habiendo unos 2000 mts.entre casa y casa.
Como
pueden ver en la imagen de Google la provisión de agua se hizo a través de un
canal construido, toma el agua unos 1500 mts aguas arriba del chimehuin en lo
que se llamaba la “bocatoma”, tenía unas compuertas que regulaba el ingreso
según el estado de crecida del rio. El canal pasaba justo a la orilla de la
casa y a unos 100 mts de la misma terminaba en una mini represa que alimentaba
una turbina, que el abuelo había traído de Europa. En sus comienzos hacia
funcionar el molino harinero (estaba todavía en los 60s pero ya no funcionaba
mas), la moledora y prensa para la fabricación de la Chicha (articulo aparte) y
la cierra circular con la que Bon papa cortaba los troncos de álamo para la
leña que luego eran astillado con hacha y guardado en un tinglado, todo muy
prolijo, igual largo y grosor. Esa leña era el combustible para la cocina y
junto al carbón, de las salamandras con que era calefaccionada la casa. Siendo
una de estas (su chimenea al atravesar el techo) la causante de la quema de la
casa en 1978. El abuelo cortaba la leña hasta que el nivel del agua del canal
bajaba tanto que dejaba de funcionar la turbina. Era característico el golpeteo
de la correa plana al girar, tapado intermitentemente por el ruido producido
por los dientes de la cierra circular al hendirse en el tronco… shrrrriiiiiiiii,
plan, plan, plan, shrrrriiiii, plan, plan, plan y asi hasta que se terminaba el
agua y todo volvía al silencio habitual del parque, silencio que tanto valorabamos
y que solo se interrumpía por el graznido típico de las bandurrias o el viento
entre los álamos…
Como
ya describí en relatos anteriores, el canal proveía de agua a la casa mediante
la bombita aspirante-impelente (el Belier) y al canal subterráneo que pasaba
por debajo del baño nuevo.
Además
era la fuente de agua para el riego del parque y la quinta. Les adjunto un
croquis hecho por Therese reconstruyendo lo que era el parque en aquellos años,
mas que croquis es un diseño que incluye todos los detalles, una maravilla.
Para los que lo conocimos es como revivir toda una etapa que nos marcó para
siempre…
La
quinta, que era dominio de Bobonne en su origen, fue continuada y mejorada por
Therese. Los que conocen su huerta actual en Sierra de la Ventana, o gozaron de
la quinta de Amachi en el Dos de Mayo,
podrán imaginarse a una escala 10 veces mayor lo que era la de Cerro de Los Pinos.
Volviendo al tema del riego y reforzado con las imágenes de Google Hear podemos
ver el efecto del agua sobre la vegetación. El actual parque, en el que se ve
la casa de nuestro primo Miguel de Larminat y en el extremo NE lo que era el
establo, me sorprende lo verde que esta del canal hacia el rio (sur) en sentido
de la pendiente. Aunque se modificó en parte la traza del canal (hoy pasaría al
N del lugar donde estaba la casa, la
idea fue aprovechar esa suave pendiente para el riego de árboles, frutales y
huerta. Recuerdo las canaletas que tomaban el agua del canal con dirección N S,
tenían unas compuertas de madera con tablitas que se iban agregando para
retener el agua y así regular su volumen. Al subir el nivel el agua buscaba
salir por los costados en que había canaletas menores que se habilitaban o
clausuraban según que sector se quería regar y la manera de hacerlo era con las
tapas circulares de latas de dulce de batata o membrillo. Estas se clavaban en
la tierra cortando el paso del agua.
Hay
que ubicarse en la época, 100 años atrás, el aprovechamiento gravitacional del
agua para el consumo, generación de energía o riego, fue diseñado y llevado a
cabo por Bonpapa lo cual me asombra y maravilla. Es cierto que era ingeniero lo
cual le debe de haber ayudado mucho, pero siempre lo vi como un gran observador
de la naturaleza y luego con su paciencia y perseverancia la fue guiando y
acompañando. Sin violentarla, ni apurarla, pero nunca claudicando en sus
intentos de modificarla. Me preguntaba, en aquellos años, como el Abuelo había
hecho para hacer “subir” el agua desde el río hasta la casa a través del canal?
Lo
veíamos pasar con su azada al hombro y su gran paso “elástico”, rumbo a la
bocatoma para limpiar, modificar o corregir el canal. Lo mismo que el camino de
acceso a la casa, había unos 1000 mts desde la ruta hasta el puente negro sobre
el Chimehuin y de allí unos 5000 mts hasta la casa. Cuando al pasar con su Jeep
detectaba un poso, un piedra suelta o algún otro problema, iba luego
pacientemente con su azada y hacia lo arreglos correspondientes para solucionar
el inconveniente.
Así
como el río Chimehuin traía sus grandes beneficios para facilitar la vida en
Cerro de los Pinos, tales como: la solución al tema del agua, la belleza de su
paisaje, la pesca de sus famosas truchas marrones, los baños en verano en las hoyas
que se formaba en el brazo chico, las horas que pasábamos haciendo diques con
los cantos rodados que cubrían su lecho, o juntando cangrejos, sin olvidarme de
los “picniques al rio” donde nos llevaban. Respecto a la pesca, reconozco que me faltaba,
a esa edad, la mínima paciencia como para disfrutar de la misma. Nunca pesque
nada en el Chimehuin, mi último recuerdo se remonta a una vez que fui con mi
equipo completo, caña, reel, cucharita y…..el rifle 22!!!! Estaba tan arto de
tirar la línea y, por la transparencia del agua, ver la trucha dando vueltas alrededor
de la cucharita sin morder el anzuelo y peor aún imaginándomela burlarse de mi,
que agarre el 22 y le descargue todo un cargador!!! Por supuesto la trucha ni
se enteró de mi intento de asesinato…y gracias a Dios el abuelo tampoco.
Como
les decía el rio también traía sus inconvenientes o limitaciones. La
comunicación y traslado era probablemente lo mas complicado, y sobre todo en
época de crecidas.
Por
muchos años la manera de cruzar el rio que utilizaba el abuelo era con su bote
a remo. Lo manejaba con maestría calculando la deriva según la correntada para
poder llegar al punto de amarre en ambas orillas del brazo principal. Otro
medio era a caballo con sus riesgos ya que si estaba crecido o se le erraba el
paso, el caballo perdía pie y seguía nadando. Muchas veces se podía cruzar con
el carro tirado por bueyes, eso si que era divertido y no libre de emociones!
Las ruedas del carro (de un solo eje) eran muy grandes y el lecho del rio muy
desparejo, con cantos muy grandes que cuando la rueda subía además de
inclinarse peligrosamente el carro, cuando caía uno se imaginaba que el carro
se iba a partir en mil pedazos.
Un
puente fue la solución definitiva para el cruce del río no solo para los
humanos ya que los arreo de una orilla a la otra eran muy frecuentes y el vadeo
a nado implicaba una perdida elevada de cabezas, especialmente los lanares. El
abuelo diseño el primero en 1937 pero en el momento de lanzarlo sobre el río ya
que había sido construido previamente y luego mediante bueyes empujado de una
orilla hacia la otra, un golpe de viento o una falla de cálculo hizo que toque
el agua y se rompa…fue una gran desilusión para el abuelo y de hecho se tardó
muchos años después (1952) para construir el “puente negro” (pintado con brea,
de allí su nombre) que aún existe hoy. Es un puente colgante que se encuentra a
5 km.río arriba de la casa. Es todo de madera y muy angosto, justo el ancho del
Jeep. Cruzarlo era una odisea y además el abuelo le daba un toque dramático
divirtiéndose mucho con nuestras reacciones. Tenía una parte fija apoyando
sobre pilares de material, que cubría la parte del lecho normalmente seca, y
otra parte colgante sostenida por grueso cables de acero que cruzaba la parte
de agua muy correntosa y profunda. En esos años se había perdido un pescador
conocido de la familia (había puesto el nombre pero mi correctora sobre la veracidad
de mis dichos, la tía Therese, me lo bocho…cuando lo recuerde lo agregaré) al
tiempo los equipos de búsqueda encontraron su cuerpo enganchado en los riscos
de la orilla del rio. Esa historia me había impresionado mucho, se contaba que
probablemente había sufrido un ataque pescando y varios días después apareció,
arrastrado por la corriente, su cuerpo bajo el puente… Historias de este tipo y
la puesta en escena del abuelo al cruzar le dieron gran trascendencia, en mi
vida, al puente. Cuando el Jeep subía al puente había que quedarse en silencio
y con cara muy seria el abuelo cruzaba a paso de hombre la parte colgante, bajo
el peso del jeep las maderas crujían y parecía que todo se venía abajo, el
ruido de la correntada del agua debajo nuestro le agregaba una cuota de
dramatismo al momento que vivíamos. Ya en la parte fija del puente volvía la
cara sonriente del abuelo, aceleraba el motor y ya cuando bajábamos al camino
con el ruido característico de las ruedas hundiéndose en el pedregullo,
volvíamos a relajarnos… Otro momento de gran suspenso en ese trayecto hasta la
casa era la “subida de la cuesta”, en un lugar del camino había una pendiente
que ante nuestra inocencia y la gran actuación del abuelo y su jeep, se
transformaba en otro momento de tensión que acrecentaba nuestra admiración
hacia Bonpapa. Tomaba envión haciéndonos creer que probablemente no llegaríamos
a la “cumbre” a menos que todos colaborásemos y la manera de “colaborar” era,
todos juntos, hamacarnos de adelante hacia atrás como aliviándole peso al motor
para así poder llegar hasta arriba…el chiste no terminaba allí! Una vez en la
cumbre el abuelo cortaba el motor y soltaba el jeep en lo que nos parecía una
bajada espectacular donde el jeep tomaba gran velocidad (probablemente no más
de 50 km/hs!), las emociones no terminaban allí ya que al final de la pendiente
habían dos Álamos que formaban como un arco por donde pasaba el camino y el
abuelo nos hacía apuestas para ver si pasaríamos por el medio o le erraríamos y nos
incrustaríamos en uno de los dos álamos, que además eran enormes…y estaban
pegados al borde del camino lo cual lo hacía parecer como más angosto.
Otro
tema era el agua caliente, pared de por medio con la cocina estaba el baño
principal. El agua se calentaba mediante una serpentina que había alrededor del
quemador de la cocina a leña. Había un tanquecito intermediario encima de la
cocina que era el que suministraba el agua al baño.
No
había pasillos en la casa, excepción del que comunicaba la cocina con el
comedor (donde se guardaba el pan), las demás habitaciones se comunicaban entre
si o tenían salida al exterior. Esto hace que por ejemplo del cuarto de los
abuelos para ir al baño principal, había que cruzar el living y hall de entrada
o vestíbulo. La prioridad del turno para el baño era para el abuelo y cuando
salía iba anunciando a viva vos y envuelto en su bata blanca: “baaaaño,
baaaaño…” con lo que sabíamos que quedaba libre y nos tocaba a nosotros. Ya
cuando nos bañábamos solo nos repartíamos en el baño nuevo, sino una bañadera
se usaba para “lavar” 4 o 5 enanos. Tradición que perdura en la historia
familiar, quien no recuerda haber pasado por los famosos baños en “agua de
mono”?
Uno
de los problemas que recuerdo era cuando se pinchaba la serpentina de la cocina
a leña. Con el tiempo y al llenar de leña el quemador los caños de la
serpentina, algo picados y quemados al golpearlos con la leña, se terminaban
pinchando. Conclusión hasta que el abuelo hiciera una nueva serpentina y
cambiara la rota nos quedábamos sin agua caliente, al menos para el baño, ya
que las cocinas económicas tenían un caldero (depósito a continuación del
horno) que servía como para calentar agua para el consumo de la cocina. En esos
casos para bañarnos se calentaba agua en grandes hoyas en un fuego fuera de la
cocina, lo que no nos gustaba mucho ya que siempre venía con “pescaditos
negros” que no era más que algunas cenizas o brasitas…
Acostumbrados
hoy en día a que cuando necesitamos agua el único esfuerzo que debemos hacer es
abrir la canilla sin pensar de donde viene ni como viene, que este relato nos
ayude a valorar y agradecer el agua que tenemos.
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