domingo, 26 de mayo de 2013

VIDELA









General Jorge Rafael Videla







Cuando el viernes por la mañana Flor me mandó un mensajito que decía “Murió Videla…Te enteraste?” le conteste sin pensarlo mucho: “No! Me alegro por el y la familia. Acompañémoslos con nuestras oraciones”, pensando que realmente allí terminaba esa cruz para el y su familia.




Al volver a casa, por la tarde, me puse a ver las repercusiones por TV y lo que vi y escuche me dolió y angustió. Aunque tengo miedo por lo que voy a decir, ya que puede herir a algunos y también afectarme en lo personal, creo que este párrafo de Gustave Thibon puede ayudarnos (transcribo primero el original ya que no confío mucho en mi traducción). Hace un tiempo que lo encontré, el releerlo siempre fue aleccionador, y en este momento me devolvió la Paz. 


Un seul peut juger


De tout le mal qui se fait dans le monde, nous sommes, plus ou moins directement et en esprit, sinon en fait, ou complices ou victimes. Et c’est pourquoi nous ne pouvons pas, nous ne devons pas juger, car, complices, nous sommes trop indulgents, et victimes, trop sévères. Plus que cela, de tout ce mal, nous ne sommes jamais ni purement complices ni purement victimes, mais toujours à la fois l´un et l´autre. Une solidarité mystérieuse relie entre eux les êtres indissolublement souffrants et pécheurs que nous sommes. Même dans le mal que nous faisons, nous sommes en partie victimes; même dans le mal que nous subissons, nous sommes en partie complices. La victime n´est jamais tout à fait innocente du crime du coupable; le coupable n´est jamais tout à fait étranger au malheur de la victime. Existe-t-il un être qui soit purement coupable? Je ne le crois pas, il faudrait que le mal fût une substance, un absolu, une seconde cause première comme dans le manichéisme. Mais il existe un être qui est purement victime: le Christe. Celui-là seul peut juger – et il pardonne. Son pardon est infini comme sa souffrance. La victime absolument innocente ne se venge pas, et pourtant c´est elle que le mal déchire le plus, car, ne pouvant partager le péché, elle attire sur elle tout le malheur.


Gustave Thibon






Gustave Thibon (+2001), philosophe français, reçut le grand prix de philosophie de l´Académie française en 2000. Sa rencontre avec Simone Weil a été l´événement le plus marquant de sa vie. Il la fit connaître au monde en publiant La Pesanteur et la gràce.






Uno solo puede juzgar


De todo el mal que se comete en el mundo, somos, mas o menos directamente y en espíritu, sino en hechos, o cómplices o víctimas. Y es por ello que no podemos, no debemos juzgar, ya que, como cómplices, somos demasiado indulgentes, y como víctimas, demasiado severos. Mas aún, de todo ese mal, no somos nunca ni puramente cómplices ni puramente víctimas, pero siempre a la vez lo uno y lo otro. Una solidaridad misteriosa liga entre si los seres indisolublemente sufrientes y pecadores que somos.


Aún en el mal que hacemos, somos en parte víctimas; aún en el mal que padecemos, somos en parte cómplices. La víctima no es nunca totalmente inocente del crimen del culpable; el culpable no es nunca totalmente ajeno al padecer de la víctima. Existe el ser que sea puramente culpable?. No lo creo, el mal debería ser una substancia, un absoluto, una segunda causa primera como en el maniqueísmo. Pero existe un ser que es puramente víctima: Cristo. El solo puede juzgar – y perdona. Su perdón es infinito como su sufrimiento. La víctima absolutamente inocente no se venga, y sin embargo es a ella que el mal desgarra mas, ya que, no pudiendo compartir el pecado, atrae sobre ella todo el padecer.


Gustave Thibon


Gustave Thibon (+2001), filósofo francés, recibió el gran premio de filosofía de la Academia francesa en el 2000. Su encuentro con Simone Weil ha sido el acontecimiento que mas lo marcó en su vida. La hiso conocer al mundo publicando “La Pesanteur et la gràce”


Los que me conocen saben de mi aprecio y respeto por el Teniente General Videla. 


Lo había conocido después del indulto, del Presidente Menem, cuando paso por mi casa de Pringles con Cristan e Isabel (su hija). Nos encontramos otra vez en una reunión del DAR, en Hogar Funke donde ayudaba a servir la mesa durante el almuerzo, Bernardo se debe acordar. Hace unos años, cuando estaba con detención domiciliaria, lo llame para ir a visitarlo con la idea de reconfortarlo y darle mi apoyo. Ya tenía más de 80 años y después de una hora de escucharlo salí yo, de su departamento, reconfortado y agradecido. 


El Jorge Rafael Videla que conocí no era el ex presidente sino el militar que había combatido una guerra y como toda guerra, traumática, donde nadie gana sino que todos pierden. El recuerdo que me queda es el de un hombre sin rencor, sereno, sabedor de haber hecho lo posible por cumplir con el deber que la Patria le había encomendado. Me impresionó su sencillez, la vida austera (su departamento no daba la impresión de ser el de un ex presidente!), conocí allí a Alicia, su mujer y me gusto con que cariño y dulzura se trataban, como que había una mutua admiración. A Alicia la volví a ver hace unos meses en el casamiento de una de las hijas de Isabel y Cristian y, luego de un rato de charla, tuve la misma sensación de Paz y serenidad que había vivido en su casa unos años antes. 


Pido una oración por Jorge Rafael Videla que ha vuelto a la casa del Padre y por su familia que seguramente hoy, a pesar del dolor por su partida, deben sentir la misma alegría que siento y que nos da la Fe en un Dios justo y bondadoso. 


Un abrazo. Francisco




General Jorge Rafael Videla: EL HOMBRE QUE MOLESTABA DEMASIADO













Harán leña del árbol caído. Le endilgarán el infierno para esconder sus propios demonios. Murió el Hombre que molestaba. Molestaba por su valentía. Molestaba por su austeridad. Molestaba por su silencio. Molestaba por su honestidad. Molestaba porque cuando habló siempre dijo la verdad. Molestaba porque nunca se quebró. Molestaba porque nunca dejó de ser soldado. Molestaba porque hizo lo que nadie: asumir su responsabilidad.


“Asumo toda la responsabilidad” dijo frente a cada tribunal que lo persiguió con saña en busca de venganza. Lo que nunca otros, él sí.


El General Jorge Rafael Videla fue presidente de facto de la República Argentina entre 1976 y 1981. Se hizo cargo del Proceso de Reorganización Nacional, tras el cual Argentina legó la democracia más estable y duradera de la historia. Y sí, la más corrupta también.


Cuando Videla pasó a retiro como militar, entregó la presidencia. Así que veleidades de dictador por lo visto, no tenía.


El General Videla no murió el viernes 17 de mayo, sino que fue asesinado por el régimen que nos gobierna. Cuando lo arrancaron de la prisión de Campo de Mayo, tenía las clavículas quebradas por una caída. En el Hospital Militar sus hijos y sus nietos debían alimentarlo en la boca. Recuperado, fue llevado al penal de Marcos Paz. Pocos días antes de su muerte, Videla, de 87 años, fue llevado a declarar en muy malas condiciones de salud. Caminaba con dificultad y había perdido de manera preocupante la memoria y la ubicación en el espacio y en el tiempo.


Ese mismo día, antes de ser llevado a declarar por millonésima vez, Videla se desvaneció en la ducha del Penal. Y a pesar de no haberse recuperado, igualmente lo arrastraron a la función del circo: tribunales. Para aquellos que no lo saben, llevar a una persona a declarar a tribunales desde el penal de Marcos Paz insume todo un día. Se lo levanta a las 4 o 5 de la mañana, se hacen los trámites mientras el preso espera arriba de una camioneta encerrado en un cubículo de medio metro cuadrado, se lo traslada a tribunales, se lo aloja en una celda, se lo lleva luego al piso del tribunal, se lo sienta durante horas, y una vez terminada la audiencia se hace el camino inverso. Con suerte, el preso que se levantó a las 4 de la mañana, vuelve al Penal a las 9 de la noche. Ese día el preso debe aguantar con apenas una vianda de pan duro. Imaginen entonces este periplo en una persona de casi 90 años con serios problemas de salud. Y sí, es lo que ocurrió, le hicieron vivir el calvario el lunes, y el viernes murió crucificado.


El General Videla estaba detenido en una cárcel que no está en condiciones de atender ni contener a personas ancianas con enfermedades crónicas. Por eso en Argentina casi no hay presos mayores de 70 años en cárceles comunes. Salvo los militares, porque para el régimen kirchnerista, en la persecución a los soldados que combatieron al terrorismo en los años 70 vale todo. Violar todas las leyes y deshacerse de todas las garantías.


Varios meses atrás, el Servicio Penitenciario Federal dijo haber recibido una amenaza de muerte contra Videla. Según ellos, la amenaza provenía del mismo penal y de algunos de sus propios camaradas. Mentira. Pero esa mentira fue la excusa para que el General Videla fuera aislado de todos sus camaradas, trasladado a un sector especial y con custodia permanente del Servicio de Inteligencia del Estado. Escarmiento por hablar con la prensa.


El jueves 16 de mayo Videla no pudo cenar pues tenía una fuerte descompostura y fue llevado al Hospital del Penal, que para que usted entienda, es una especie de sala de primeros auxilios en estado deprimente. Como no le encontraron “nada preocupante”, supongo que en la ropa, porque allí no hay complejidad para nada más que examinar un pantalón, lo volvieron a trasladar a su celda de aislación… donde fue encontrado sin vida pocas horas después. Videla tenía que morir así. El régimen necesitaba verlo morir así. Necesitaba eso para luego armar el cirko decadente de las declaraciones ampulosas.


Fue patético ver a funcionarios enriquecidos hasta la fastuosidad en la función pública, hablar de la moral de un hombre que, habiendo tenido en sus manos el país durante casi seis años, vivió en la más sencilla austeridad. Siempre me indignó la hipocresía. La de cualquiera. La de los Bulgheroni que en los 70 visitaban a Videla como grandes amigos, o la hipocresía de mi vecino que anda un 0 Km. y no paga las expensas. Yo no conocí a Videla en los 70. No bebí las mieles del Poder ni saqué réditos económicos en su gobierno, como muchos de los que ayer lo hicieron y aún así, hoy escribieron barbaridades de un hombre no se merecía esa felonía ni de los Mitre, ni mucho menos de Ernestina Herrara de Noble. Yo a Videla lo conocí en las malas, solitario y encorvado acarreando sus petates hacia una mesa de visitas en un Penal de Máxima Seguridad. El Soldado de hablar pausado, el de hablar sereno, el de hablar en voz baja... lejos de aquellas arengas a viva voz. Nos concedió el honor de darnos permiso para que Ricardo Angoso pudiera entrevistarlo. Queríamos que sus palabras no fueran sacadas de contexto, como sospechábamos ocurriría con Ceferino Reato. Lo pudimos grabar y contestó con total lucidez. Pudimos hacer publicar la entrevista en un medio de Europa. Muchos necesitábamos sus porqués. Tuve la oportunidad de decirle gracias... ahí, en la soledad de una mesa en un rincón alejado de un salón enorme de un penal de máxima seguridad. ¿Porqué gracias?, me preguntó en voz baja... General, porque cuando la Patria pasó lista usted dijo presente, y porque cuando los hipócritas y cobardes le pasaron facturas que no eran suyas, usted no dejó de ser Soldado y asumió la responsabilidad.


Yo conocí a Videla en la malas, y aún así, lo ví más Soldado que nunca. Y eso es algo que los cobardes y los corruptos no soportan, por eso vomitan lo que vomitaron.


En Argentina, los militares presos por haber combatido al terrorismo en los años 70, han sido perseguidos abiertamente, acallados deliberadamente y estigmatizados sin pudor. El Estado ha dedicado tiempo y dinero en pintar de color rosa a los grupos terroristas que asolaron a la República Argentina durante casi dos décadas. Se esforzaron en enseñar la versión de un terrorismo “idealista” y “romántico”, como una forma perversa de maquillar los violentos años escarnecidos de un país que se desangró, dolorosamente, en intestinos egocentrismos. Sin embargo, y no es casual, poco y nada podemos encontrar sobre la visión de los protagonistas militares. En los años 70 yo iba a la escuela primaria. Quiero decir que toda mi vida de adulto la viví en una democracia que, por alguna razón que nunca alcancé a comprender, intentó ocultar la historia y la palabra de los militares que tuvieron que combatir a un terrorismo impiadoso y especialmente cruel, que no dudaba en atentar con bombas, acribillar por la espalda o secuestrar a sus víctimas para luego fusilarlas en algún sótano “revolucionario”.


Unos días antes de su aislación, el General Videla les había dicho a sus compañeros de prisión que prometía ser el último en salir del Penal, si no moría antes. Y murió nomás.


Y los que se han cansado de robar el país, aprovecharon el insulto y la descalificación.


Comprensible molestia. Es que el Videla soldado los ha vencido. El Videla austero, los ha puesto en evidencia. El Videla católico los ha perdonado…y el Videla “monstruo” no lo compró nadie. Solo existe en la mente de los que ayer desangraron el país para hacerse del poder, y hoy, con el poder absoluto, aprovechan para saquearlo…


General Videla... descanse en paz.


Horacio Ricardo Palma


El Día de Gualeguay


Gualeguay


Entre Ríos


FUENTE :


http://horaciopalma.blogspot.com.ar/2013/05/general-jorge-rafael-videla-el-hombre.html