ESCUCHAR EL SILENCIO
(inconcluso)
reflexiones sobre el camino de Santiago
reflexiones sobre el camino de Santiago
Desprenderme de lo no necesario, ir liviano con la mochila
con solo lo imprescindible. DESPRENDIDO, con lo mínimo.
Superar la ansiedad por llegar y encontrar mi ritmo que me permita disfrutar cada momento.
Aprender a ESCUCHAR y
CONFIAR, en mí mismo y en los demás, me dejo llevar, supongo que eso es la
LIBERTAD. Confío, luego elijo el camino correcto. Para poder escuchar me ayudó
mucho el silencio, no solo el externo sino principalmente el interno, para lograrlo
el tiempo en el camino (seis horas diarias) y el estar solo. El Camino me habla
(frase de un ciclista que alcance!! En una pendiente pronunciada), DIOS es el
que habla a través del camino, de los demás, de la naturaleza. Cada vez que
surge un problema aparejada esta la solución. No hago reservas de albergues,
cuando me canso paro y siempre encontré una cama.
La confianza logre adquirirla con una buena preparación pre
viaje. Casi un año (julio de 2016), estudiando el itinerario por la web,
charlas con gente que lo hiso, entrenamiento físico, chequeo médico,
preparación del equipo a llevar. De todas maneras aunque me fui confiado no tenía
muy claro POR QUE había elegido Santiago de Compostela pero sabía que Dios me
haría ver el PARA QUE lo hacía.
Entre ir en grupo o solo opte por la opción de SOLO. No fue
por egoísmo o comodidad. Pensé más bien que al no tener muy claro ni el
objetivo ni los medios para alcanzarlo sería riesgoso comprometer a otro. Si me
canso paro, lugar para uno siempre hay, si me enfermo y debo abandonar o parar
unos días no hay problemas, si me quiero comer un pulpo a la gallega no debo
consensuarlo con nadie.
Me preocupaba saber POR QUE quería hacer el Camino de Santiago
y no otra cosa más accesible, después de preguntarle a varios antes de salir y
a otros durante el camino las respuestas eran distintas para cada uno, desafío
físico, búsqueda espiritual, viaje cultural, búsqueda personal, contacto con la
naturaleza. Me fui consiente que mi plan de querer caminar 770 km en 32 días
con 8 días de viaje y adaptación era algo exagerado, me quedaba grande. Salí
abierto a descubrir el PARA QUE, a ver y escuchar, viviendo el momento y sin
pensar mucho en el objetivo de llegar sino más bien de disfrutar el ESTAR en el
camino, por eso planifique lo mínimo, no hice reservas para no atarme a
kilometrajes diarios, estar más LIBRE.
LIBRE +
SILENCIO + TIEMPO + LIVIANO = ESCUCHAR
Salí confiado en mis fuerzas y preparación. Pero siempre
puede haber imprevistos que me pueden obligar a cambia. Me entregue al camino y
me deje llevar. La mochila fue una gran lección, me enseñó a desprenderme y a
llevar lo necesario.
Quince días antes de salir, Stephan nos dejó. Me estuvo
acompañando y lo sentí muy presente y particularmente cuando me mando la holandesa…para
que no me deje tentar por los Pinchos de Pamplona.
Al irme pensé que no volvería a verla a mama con sus 94 años
y que me alcanzaría en algún lugar del camino, pero no, Dios me la presto un
tiempito más.
Me fui solo pero estuve muy acompañado en el camino, además
de los peregrinos, mama, Stephan, la familia y amigos a través del ws y fb a
los que me conectaba en mis paradas técnicas frente a unos espectaculares sándwiches
de jamón y jugo de naranja.
Entre febrero y marzo de 2017, camine 300 km en 60 horas y de
ellos con la mochila de 7 kg 130 km.
Caminando fui descubriendo mis límites y los fui aceptando,
cuando entrenaba buscaba hacer promedios, cumplir con los horarios, acumular km
y horas. En el camino me liberé de las presiones trate de ir encontrando mi
ritmo de caminar que resulto muy inferior (3.6 km/hs)