PAPA FRANCISCO
Del
santo Evangelio según san Lucas 1, 46-56
Y
dijo María: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios
mi salvador, porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; por eso,
desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho
en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia
alcanza de generación en generación a los que le temen.
Desplegó
la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón.
Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los
hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel,
su siervo, acordándose de su misericordia como había anunciado a nuestros
padres en favor de Abraham y de su linaje por los siglos."
María
permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
Meditación
del Papa Francisco
Lo
que nos hace entender en la familia lo que es verdaderamente la comunicación
como descubrimiento y construcción de proximidad es la capacidad de abrazarse,
sostenerse, acompañarse, descifrar las miradas y los silencios, reír y llorar
juntos, entre personas que no se han elegido y que, sin embargo, son tan
importantes las unas para las otras.
Reducir
las distancias, saliendo los unos al encuentro de los otros y acogiéndose, es
motivo de gratitud y alegría: del saludo de María y del salto del niño brota
la bendición de Isabel, a la que sigue el bellísimo canto del Magnificat, en
el que María alaba el plan de amor de Dios sobre ella y su pueblo. De un “sí”
pronunciado con fe, surgen consecuencias que van mucho más allá de nosotros
mismos y se expanden por el mundo.
“Visitar”
comporta abrir las puertas, no encerrarse en uno mismo, salir, ir hacia el
otro. También la familia está viva si respira abriéndose más allá de sí misma,
y las familias que hacen esto pueden comunicar su mensaje de vida y de
comunión, pueden dar consuelo y esperanza a las familias más heridas, y hacer
crecer la Iglesia misma, que es familia de familias.
La
familia es, más que ningún otro, el lugar en el que, viviendo juntos la
cotidianidad, se experimentan los límites propios y ajenos, los pequeños y
grandes problemas de la convivencia, del ponerse de acuerdo. No existe la
familia perfecta, pero no hay que tener miedo a la imperfección, a la
fragilidad, ni siquiera a los conflictos; hay que aprender a afrontarlos de
manera constructiva. (Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales, 23 de enero de 2015).