lunes, 10 de septiembre de 2018



EL DESAYUNO

Se suele decir que es la comida más importante del día, cosa que comparto, aunque en mi caso es más bien un momento muy importante en el inicio de mi jornada. En esa hora, que transcurre entre que me levanto y bajo para tomar el colectivo, se produce un cambio de actitud en mí. De la fiaca y ganas de seguir durmiendo al optimismo y gratitud ante un nuevo día.

Hoy estoy de para bienes ya que me toca abrir el frasco nuevo de Nescafe. Sacar el sello del frasco y apenas retirado olfatear el aroma del café, es un momento muy especial y único ya que mañana al abrirlo habrá perdido ese olorcito a recién molido que hoy me moviliza. Es instantánea la reacción y me retrotrae a los desayunos en la casa de mis abuelos en el campo de Junín de los Andes, donde vivían y yo pasaba mis vacaciones junto con algunos de mis hermanos. Despertarme en esa casa enorme de madera, que permitía que todos los sonidos y aromas se expandieran casi simultáneamente de producidos, y sentir la mezcla de café de filtro y tostadas de pan casero, sesenta años después, sigue siendo un momento mágico.

La tasa de café con leche calentada en el microondas dos minutos y medio, ocupa el centro de mi bandeja. Agrego un vaso lleno de jugo de naranjas; es Citric ya que soy muy vago y no me da para exprimir las naranjas, además tiene un sabor único y no me imagino un desayuno sin él. También agrego un frasquito de yogur; tiene que ser Vidacol ya que se supone particularmente indicado para bajar el nivel de colesterol malo. Nunca me quedó muy claro cuál es el nivel de colesterol bueno y  malo que hay que tener y cuál es la relación del uno con el otro aceptable, pero no importa siempre confié en las indicaciones de mis médicos. Recuerdo el consejo de un cardiólogo que me dijo que visto que yo era un tipo sano, que debía comer bien y que con una pastillita mantenía a raya mi colesterol, que no me preocupe y siga así. Le hice caso y sigo comiendo salame y jamón, tomo la pastillita y por las dudas un Vidacol al desayuno. Para completar mi bandeja agrego tres tostadas, de esas que vienen en paquete y me recuerdan mucho la galleta de campo que papá tostaba en el horno a leña de la cocina de nuestra casa en el campo de Pringles: otro recuerdo de mi infancia y juventud que me trae este bendito desayuno que cada mañana me preparo, con particular dedicación, antes de ir a trabajar.

Con mi bandeja me dirijo al living y me instalo en el sillón frente al televisor, pero no lo prendo. Solo lo hago cinco minutos antes de bajar para chequear el clima que me espera para el día. Básicamente lo que me interesa es saber si debo tener el paraguas a mano para el regreso del ministerio, donde trabajo.