jueves, 4 de julio de 2013

lo más sencillo es lo verdadero, y lo verdadero es sencillo ( BENEDICTO XVI)

En el libro de BENEDICTO XVI LUZ DEL MUNDO,  El papa, la Iglesia y los signos de los tiempos, Una conversación con Peter Seewald; encontré en el capítulo 17 este párrafo que me pareció genial, aunque todo el reportaje vale la pena ser leído.

Jesucristo regresa

Al filósofo Robert Spaemann le preguntaron en una ocasión si él, un científico de renombre internacional, creía realmente que Jesús nació de una virgen y obró milagros, que resucitó de la muerte y que, con Él, se recibe vida eterna. Puesto que una fe así, le decían es típicamente infantil. El filósofo, de 83 años, respondió: “Pues, si usted quiere, así es, por cierto. Creo más o menos lo mismo que creía cuando era niño, sólo que, entretanto, he reflexionado más sobre ello. Al final, la reflexión me ha confirmado siempre en la fe”.
¿Cree también el papa todavía lo que creía como niño?

Yo lo diría de manera semejante. Diría: lo más sencillo es lo verdadero, y lo verdadero es sencillo. Nuestra problemática consiste en que, de tantos árboles, no vemos más el bosque, que, de tanto saber, no encontramos más la sabiduría. En ese sentido ironizó también Saint-Exupéry en El Principito sobre la erudición de nuestro tiembo y mostró cómo con ella se pierde de vista lo esencial, y cómo el principito, que no entiende nada de todas las cosas eruditas, ve, en última instancia, más y mejor.
¿Qué es lo que importa? ¿Qué es lo auténtico, lo que sustenta? Ver lo sencillo, eso es lo que importa. ¿Por qué Dios no habría de ser capaz de regalar un alumbramiento también a una virgen? ¿Por qué no podría resucitar Cristo? Por supuesto, si yo mismo establezco lo que tiene permitido ser y lo que no, si yo y nadie más que yo determino los límites de lo posible, entonces tales fenómenos deben excluirse.

Es una arrogancia del intelecto que digamos: esto contiene en sí algo contradictorio, sin sentido, y ya sólo por eso no es posible en absoluto. No es asunto nuestro decidir cuántas posibilidades  abriga en sí el cosmos, cuántas se esconden en él y por encima de él. A través del mensaje de Cristo y de la Iglesia el saber sobre Dios se nos acerca de forma creíble. Dios quiso entrar en este mundo. Dios quiso que no quedáramos limitados a presentirlo sólo desde lejos a través de la física y de la matemática. Él quiso mostrársenos. Y así pudo hacer también lo que se narra en los evangelios. Pudo así crear también en la resurrección una nueva dimensión de la existencia, pudo colocar, como dice Teilhard de Chardin, más allá de la biosfera y de la noosfera, una esfera nueva en la que el hombre y el mundo llegan a la unidad con Dios.

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