MI BÚSQUEDA DE LA VERDAD
Hay
ocasiones en que no se que debo hacer y entonces, hasta ver mas claro, me pongo
a escribir lo que siento mechando con ideas y reflexiones de otros que me
ayudan a pensar. Tal vez a alguno les sirvan también.
Gran
parte de mi vida seguí un mandato externo, respondía al deber ser y en cierta
manera descargaba la responsabilidad de mis actos en otros, sean mis padres, mi
familia, mis superiores, la Iglesia… muchas de mis decisiones obedecían mas a
la aprobación de los demás que a una respuestas a mis convicciones personales.
Y
aunque es cierto que Dios nos propone un camino para nuestra santificación nos
da también la libertad para elegirlo o no. El Papa Francisco nos decía hace
poco que no esperemos que siempre se nos diga que hacer o no y que confiemos
mas en nuestra conciencia y ese es el real ejercicio de la libertad, discernir
entre lo que debo o no y luego hacerme cargo de mis elecciones, sin buscar un
culpable o responsable de mis decisiones y sus consecuencias.
Ante
los conflictos hay dos actitudes extremas, según el Papa Francisco, por un lado
la indiferencia o el hacerse los distraídos sin involucrarnos y por el otro
lado la confrontación. Ninguna de las dos son actitudes positivas y el mismo
nos indica que la única opción válida es el diálogo, diálogo y mas diálogo… el
cual no significa discutir, sino sobre todo saber escuchar y comprender las
distintas posturas y luego poder llegar a un punto de acuerdo que contemple el
bien común mas que la conveniencia individual y personal, para ello no caigamos
en el camino mas fácil de la decisión por la mayoría sino por el consenso en
que todos sedemos algo, para ganar en el acuerdo.
Fui
formado en la época de los absolutos, blanco o negro, verdadero o falsos, bueno
o malo y de allí no hubo mas que un paso para caer en el relativismo que tanto
nos marco y previno el Papa Benedicto XVI. Estas posturas extrema, a veces
mucho mas fácil de abrazar tuvieron como consecuencia hacerme sentir dueño de
la verdad y no buscar y seguir el camino de la Verdad. Es muy interesante la
autobiografía de Gandhi, que tituló “Historia de mis experiencias con la
verdad” en la que relata su vida como un camino en busca de la verdad. En la
vida de Mandela y muchos otros se puede descubrir esa misma búsqueda. En ellos
hay un denominador común que es la humildad.
Creo
que el gran cambio está en el hecho de empezar a reconocernos en nuestras
contradicciones, nuestras fortalezas y debilidades y mas que eso, en vez de
obsesionarnos en querer erradicar lo que vemos de negativo, aceptarnos y
querernos con humildad como somos, lo cual es muy distinto a resignarnos, que
es una manera de abandonarse. Entendí que si Dios me quiere así como soy y me
sigue tendiendo la mano y ayudando espera lo mismo de mí con los demás ,
quererlos y comprenderlos también con sus contradicciones, fortalezas y
debilidades, virtudes y defectos. Esto me llevó a aprender a pedir perdón y
perdonar, pero sobre todo a poder perdonarme a mi mismo que es lo que mas me
cuesta, ya que implica reconocer primero que soy falible.
Cuando
falleció el General Videla, genocida para algunos y Soldado de la Patria para
otros, había encontrado esta reflexión que me pareció muy apropiada para la
ocasión. Hoy la sigo releyendo cuando
tiendo a emitir un juicio sobre alguien o algún acontecimiento, y cuanto me
ayuda…
De
todo el mal que se comete en el mundo, somos, mas o menos directamente y en
espíritu, sino en hechos, o cómplices o víctimas. Y es por ello que no podemos,
no debemos juzgar, ya que, como cómplices, somos demasiado indulgentes, y como
víctimas, demasiado severos. Mas aún, de todo ese mal, no somos nunca ni
puramente cómplices ni puramente víctimas, pero siempre a la vez lo uno y lo
otro. Una solidaridad misteriosa liga entre si los seres indisolublemente
sufrientes y pecadores que somos.
Aún
en el mal que hacemos, somos en parte víctimas; aún en el mal que padecemos,
somos en parte cómplices. La víctima no es nunca totalmente inocente del crimen
del culpable; el culpable no es nunca totalmente ajeno al padecer de la
víctima. Existe el ser que sea puramente culpable?. No lo creo, el mal debería
ser una substancia, un absoluto, una segunda causa primera como en el
maniqueísmo. Pero existe un ser que es puramente víctima: Cristo. El solo puede
juzgar – y perdona. Su perdón es infinito como su sufrimiento. La víctima
absolutamente inocente no se venga, y sin embargo es a ella que el mal desgarra
mas, ya que, no pudiendo compartir el pecado, atrae sobre ella todo el padecer.
Gustave Thibon
Gustave
Thibon (+2001), filósofo francés, recibió el gran premio de filosofía de la
Academia francesa en el 2000. Su encuentro con Simone Weil ha sido el
acontecimiento que mas lo marcó en su vida. La hiso conocer al mundo publicando
“La Pesanteur et la gràce”
Esto
último lo traduje del francés así que perdonen si salió medio confuso. El resto
son elucubraciones de distintos momentos, con lo cual es probable que no se vea
muy claro adonde quiero ir... yo tampoco lo tengo muy claro. Mi vida es una
búsqueda de la verdad...
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“Cuando
empezamos a captar que Dios nos ama con nuestras debilidades, con nuestras
vulnerabilidades, con nuestras equivocaciones, podemos comenzar a aceptarlas
como una parte inevitable de nuestra existencia. Podemos amar a los demás - con
sus equivocaciones - cuando cesamos de
despreciarnos a nosotros mismos a causa de nuestras equivocaciones. Podemos
comenzar a tener compasión por nosotros mismos y a comprender que aún nuestro
pecado es nuestra manera de traducir en acto nuestro propio sufrimiento. Luego
podemos comprender que el pecado de los demás es la manera que tienen de
traducir en acto sus sufrimientos.
La
mayor fuerza motivadora que exista en el mundo es el amor De Dios por nosotros
y nuestro amor por los demás. Este amor y el bien que engendra triunfara
siempre sobre el odio y el mal. Pero, para ser realmente partenaire de Dios en
la transfiguración del mundo y contribuir al triunfo del amor sobre el odio,
del bien sobre el mal, debes primero comprender que, tan fuerte como Dios te
ama, ama igualmente a tus enemigos”.
En
una biografía de Mandela se lo nombraba mucho a este Obispo (Anglicano) D.Tutu,
premio Nobel de la paz el 1984 y ferviente luchador por la reconciliación luego
del fin del apartheid. Después de leer ese párrafo voy a tratar de conseguir
algún libro del mismo.
Me
queda mucho mas claro ahora que ese largo camino de reconciliación con los
demás, que en mi caso probablemente me lleve toda la vida, comienza por una
reconciliación con uno mismo.
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