El
pan de Bonpapa
El
desayuno ha pasado a tener suma importancia en mi actual etapa de la vida en
Buenos Aires. Café con leche: todo leche
con Nescafé clásico, jugo de naranja Citric (ese y solo ese!), yugurt Vidacol
(para controlar mi colesterol!), dulce de guindas Masseubes (también
excluyente) este dulce lo adopte ya que cuando lo descubri su sabor me
retrotrajo a mi juventud en Cerro de los pinos. Bobonne y luego Therese lo
hacían dándose el trabajo de sacarles el caroso, cosa que no hacia mama en el
Dos de Mayo…para que dure mas. Es que aunque teníamos buenos dientes, después
de morder dos veces la tostada con una buena capa de dulce, a la tercera nos
cuidábamos muy bien de revisar y apartar los dichosos carosos antes de morder
la tostada.
Volviendo
a mi desayuno hasta hace un tiempo se completaba con tres galletitas Criollitas
tradicionales (las mas chicas), ahora las cambié por dos rodajas de “pan de
campo” tostadas y ese aroma a tostadas junto con el dulce y el café con leche
humeante me volvió a llevar al sur.
Toda
esta introducción fue para contarles mis recuerdos de mi abuelo haciendo el pan
y cocinándolo en el horno de barro. Recuerdo que el tamaño de los panes que
amasaba Bonpapa eran de unos 50 cm y cada rebanada eran fácilmente de 10 x 20
cm. Según me recuerda Therese la fabricación era prácticamente semanal y el abuelo amasaba en una batea de madera
(similar a la de pelar chanchos pero un poco mas chica) una bolsa completa de
harina (no me acuerdo si eran de 30 o 50 Kg) en esa época eran bolsas de
algodón blancas. Cuando trabajaba en el dos de mayo y me ocupaba de hacer las
compras en Pringles (tarea que después paso a hacer Pinnet en su Falcon gris),
las bolsas ya eran de carton y de 50 kg, cosa que complicaba bastante la tarea
ya que tanto para sacarla del baúl del auto como para meterla de punta en el
cofre de la despensa, mas de una vez se agujereaba o directamente se habría la
bolsa con las consecuencias lógicas del desparramo de harina y sin contar el
escándalo que se armaba…
Por
la mañana el horno, que era de gran tamaño, se llenaba de leña. Luego Bonpapa
con su equipo de panadero, todo de blanco, entraba en acción en la cocina.
Parado frente a la batea volcaba su bolsa de harina en la misma, hacía un
agujero en el centro donde ponía el agua y la levadura. Esta consistía en un
trozo de masa que guardaba en un frasco
de la panificación de la semana anterior.
Con
mucha calma, cosa común en Bonpapa! Comenzaba a desmoronar la harina en el agua
dando toda la vuelta al cráter, iba mezclándose la harina con el agua y a
medida que se completaba el proceso el abuelo iba acelerando el ritmo del
amasado. Lo veo, con la meticulosidad que lo caracterizaba, tomando la masa
desde el borde de la batea y hundiéndola en el medio del cráter (centro de la
batea) y así girando por todo el borde hasta completar la vuelta. Cada tanto
cambiaba el sentido de rotación, todo eso a un ritmo que acompañaba cantando.
El proceso se iba acelerando, volaba harina por toda la cocina, Bonpapa ya
transpiraba copiosamente, además de su uniforme blanco tenía una frondosa
cabellera blanca al igual que sus bigotazos, la harina y la transpiración
completaban el aspecto fantasmal cubriendo su cara y brazos de una capa
blanca…Bobonne miraba desde la entrada de la cocina con gesto horrorizada, no
se si por la preocupación de la integridad física de su marido o por el estado
en que iba quedando su cocina!
Terminada
esa etapa Bon papa cubría con una manta la batea y dejaba que la levadura haga
su parte del trabajo y mientras tanto nos íbamos a almorzar. No se que se comía
ese dia ya que la cocina estaba en un estado calamitoso! Antes de almorzar el
abuelo prendía el fuego en el horno, dejando la puerta del mismo abierta y
destapando el agujero que hacía las veces de chimenea para favorecer el tiraje.
Paso
siguiente sobre la mesa de la cocina se ponía una manta, hecha con las bolsas
de harina , y Bon papa iba cortando los panes y colocándolos uno a la par del
otro, separándolos para que no se peguen entre si haciendo un pliegue de la
misma manta.
Consumida
la leña en el horno, Bon papa retiraba todas las brasas con un rastrillo
dejando el piso del horno limpio. Esas brasas se apagaban con agua y pasaban a
ser el carbón que se consumía en las salamandras durante todo el invierno.
Ya
estaba todo listo para la horneada! En esta etapa Bon papa necesitaba un
ayudante, ya que munido de una gran paleta de madera (parecida a un remo), le
iban alcanzando los panes de a uno, los colocaba sobre la paleta y luego con un
cuchillo les hacía una hendidura a lo largo y paso siguiente los iba
depositando en fila en el horno. Tenía un golpecito, que me asombraba, para
descalzar el pan de la paleta al piso del horno. Mas asombro todavía me causaba
verlo, al terminar el proceso de cocción, sacar los panes del horno con la
misma paleta deslizándola debajo de cada pan y también con un golpecito de
experto los dejaba en equilibrio sobre la paleta, retirando del horno sin que
se caigan. De allí a un gran canasto y los colocaba en una especie de
biblioteca, paraditos uno contra otro como si fuesen libros. Esta estaba detrás
de la puerta de la cocina en un pasillo que unía cocina con comedor.
Esta
demás decir que fue el pan mas rico que recuerdo haber comido! Por la mañana
cuando nos despertábamos se sentía subir desde la cocina el aroma del pan
recién tostado y luego sentado en la mesa del comedor y después de haber untado
la rebanada de pan con una gruesa capa de manteca casera y desparramando encima
el dulce de guinda, llegaba el momento sublime de hincarle el diente…no era
fácil ya que la manteca derretida sobre el pan caliente chorreaba por los
grandes agujeros que había provocaba la
levadura en el pan… Mi desayuno actual no le llega ni a los tobillos pero tiene
de bueno retrotraerme a aquellos buenos tiempos y esto es mas que suficiente.
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