Mas de uno dirá y
Pinette la primera, ya que consideraba que a mi edad el trepar montañas era una
locura, que estoy desvariando o que realmente el mal de altura me afecto y
mucho. En realidad a medidas que me estoy acercando a mi propia muerte y esto
es inexorable, aunque no niego que será el fin de esta vida, es decir que es un
partir, esto pasa a segundo plano respecto al hecho de que con ella lograre dar
el gran paso a partir del cual iniciare una nueva etapa de mi vida muy superior
a la terrena.
Como el montañista
Pinette hizo cumbre, con la diferencia de que este goza de ella por no mas de
media hora ya que rápidamente tiene que bajar antes que se haga de noche o el frío
y el cansancio lo venzan, Pinette logró la cumbre de su vida y ahora la esta
gozando por toda la eternidad. Hay una gran diferencia entre partir y llegar,
para mi partir es dejar algo que fue mejor en cambio llegar es ir hacia algo
que es mejor.
Imagino en este
momento la gran fiesta que debe de haber en el paraíso y dentro de ella el
recibimiento o reencuentro con la familia: Bonpapa, Bobonne, Monique, Manet, el
tío Juan, Aitachi y todos estos viejos pringlenses que tuvieron el privilegio
de conocerla y valorar sus virtudes y que la precedieron en el cielo, entre ellos
el Padre Grande, el Padre Vicente, la lista sería enorme ya que quien conoció a
Pinette no podía menos que encariñarse de ella por su sencillez, espontaneidad,
humildad y alegría por nombrar algunas de sus cualidades.
Hace poco me
enviaban, justamente referido a la muerte, una frase de un cuento de Pirandello
que le hacía decir al protagonista: “no lloro por ella, lloro porque ya no seré
mas pensado por ella”.
Hoy retomo esta
carta que había dejado el domingo 27 por la tarde, unas horas antes de que Pedro
me llamara anunciándome la muerte de Pinette. Pensaba en aquel momento que no
me iba a afectar tanto ya que estaba feliz por ella que llegaba a la meta a la
que todos soñamos, estaba feliz de saber que tenemos una mediadora mas que
piensa e intercede por nosotros desde el paraíso y sin embargo la lloro porque
la extraño.
Con Pinette
desaparece una institución dentro de la familia, muy bien definida en el
artículo de “Les Tantes” cuantas veces decíamos en nuestras familias: a mi me
haría falta una Pinette!, cuanto necesitaríamos de una Pinette!, con una
Pinette cualquiera tiene una familia numerosa!
Bernardo nos pedía
que enviemos anécdotas y recuerdos pero en mi caso es prematuro, son muchos
años, toda una vida, en que pasó seguramente de ser hermana mayor, tía, segunda
madre, amiga, confidente…pase por etapas de quererla mucho, también criticarla
mucho, ignorarla a veces…pero fundamentalmente siento que ocupa una parte
importante de mi vida y que no me va a alcanzar lo que me queda de ella para agradecérselo.
Hoy si recuerdo el año 2006, complicado en mi vida si los hubo, en que me
recibieron en la Sierra
y Pinette y “el trío” me acompañaron y apoyaron para superar ese duro momento.
Quiero agradecerle
a la familia, de la cual, y a pesar de las diferencias que pueda tener con
algunos, estoy orgulloso de pertenecer, el ejemplo que me dieron en la misa y
entierro al permitirse demostrar su amor por ella con la emoción y las lágrimas
que todos manifestaron. El orgullo Laxague me impidió muchas veces demostrar
mis sentimientos pero hoy gracias a ella y ustedes pude hacerlo y probablemente
por eso me animo a enviarles esta carta. Mi agradecimiento no solo va para los
que estuvieron físicamente presentes ya que espiritualmente los sentimos a
todos acompañándonos junto a Pinette.
Por todo esto
gracias Pinette por todo lo que nos diste y por todo lo que vas a hacer todavía
por nosotros, con lo cual tu misión no esta cumplida aún.
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